domingo, 24 de febrero de 2019

La palabra amistad

Dicen que no hace falta la misma sangre para ser familia. Un día aparece alguien en tu vida que deja la palabra «amistad» en mal lugar. Da igual que sea chica y chica, chico y chico, o mezclados. Alguien con quien avanzas de la mano aunque no esté. Una compañía de juegos, de ropa, de peleas. Conoce todos tus secretos y momentos. Es tu hombro donde llorar y un abrazo todos los días. Complicidad y confianza ciega. Te deja impregnado su sello sin pedirte nada a cambio. Que aunque se vaya lejos, nunca te olvidas. Que te avisa primero de que la vas a cagar y te repite el «te lo dije» cuando no le hiciste ni puto caso y la cagaste. Que siempre te desea lo mejor y nunca le convence nadie lo suficiente para ti. Que ríe contigo cuando le cuentas otro primer beso y llora cuando te han jodido otra vez. Sabe que tienes un mal día y aparece en la puerta de casa y te obliga a salir a la calle. «O sales tú o te saco yo», sonríe. Y, joder, le abrazas.

Te manda canciones nuevas cada día, comparte los cubatas contigo. «¿Lo de siempre para los dos?, ¿no?». Siempre está en disposición de irse al fin del mundo contigo. Y siempre terminan pasando cosas raras o divertidas. Sin planear.

Y si tienes días de pijama, se trae el suyo y coméis chocolate o pipas hasta que se acaben y sea un nuevo día.

Solo tienes que cerrar los ojos para saber quién es. Aparece en tu mente.


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