Ven aquí. Tenemos una cama de dos metros. Unas sábanas que huelen espectacularmente a nuevas. Mis manos en tu espalda. Una luz bajita que dice que nada importa en las próximas horas. Nos dejaremos la tele encendida en el salón. Voy a jugar a besar el lunar de tu clavícula. A acariciarlo sin parar. Arrancar tu ropa interior con los dientes antes de perderme en la humedad. Hacer que aprietes las sábanas y te olvides de qué día es. El sujetador en el suelo tirado y mi boca explorando tu pecho. Sin límite. Buenas noches, igualmente. Y sin dormir.
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