Algún día entenderás que no necesito mucho. Entenderás también que no hace falta que me digas lo que somos; cada vez que nos besamos lo somos todo.
Que no quiero que me preguntes cómo estoy, pero sí que dónde me gustaría estar. La respuesta es sencilla: en tus brazos, ya lo sabes.
Y cuando me mires a los ojos, entenderás que no me pasa nada, me pasas siempre tú. Y no tengo nada más que decir.
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