martes, 5 de mayo de 2020

¿Y si es el último viernes de nuestra vida?

Sonó el despertador a las 6. Como cada mañana en aquella ciudad. No quise que sonara mucho, para no hacer mucho ruido. Si no recordaba mal, tenía una personita al lado…

Seguíamos en la misma posición. Así que tuve que hacer una maniobra para despegarme de su espalda sin que lo notara. Fue un intento fallido, cuando me disponía a salir de la cama, una mano se coló por debajo de mi camiseta de pijama y se posó en mis costillas. Se me puso la carne de gallina cuando mi piel entró en contacto con la suya, estaba fría… ¿Por qué siempre tenía las manos frías? Sin querer me vino a la cabeza cuando me abrazaba con las manos dentro de mi ropa para hacerme de rabiar… 

-Fea, no sé si lo he mencionado, pero me voy mañana por la mañana- me dijo cuando me giré para darle los buenos días. 

Pero no logré pronunciarlo, me había dado un tortazo en la cara. Si se iba el sábado por la mañana, me quedaban 24 horas con él y encima me tenía que ir a trabajar. Me puse nerviosa, me agobié y salí de la habitación. No le contesté, pero no me siguió. Era muy pronto…

Cuando llegué a la cocina estaban las chicas desayunando y hablando de sus cosas. Supongo que llegue blanca como el papel, sin vestir todavía y con una pinta horrible, porque dejaron de hablar y se quedaron mirándome. Antes de sus miles de preguntas, empecé yo…

- Se va mañana por la mañana, tengo que irme a trabajar… -balbuceé. 

Reconozco que estaba apunto de llorar. Pero no entendía mucho por qué. ¿Por qué se iba? ¿Por qué no había tenido el valor de preguntarle lo que me ahogaba? ¿Por qué había estado muy a gusto con él y sentía que lo volvería perder? ¿Por qué no sabía lo que sentía? Creo que las chicas se dieron cuenta, no dijeron nada. Dejaron su taza en la mesa y me abrazaron. Éramos un equipo… y una de ellas, dijo en mi oído 

- Métete en la cama, tienes 40 de fiebre. No pasa nada porque faltes un día, yo te cubro en la escuela.

Me despegué de ellas y la mire sorprendida. Iba a perder de trabajar por estar con el chico de los ojos azules… 

- No me mires así, imagínate que es el último viernes de vuestra vida y no lo vas a pasar en el trabajo.

-Venga, vete a la cama - me animó la otra - Nosotras nos vamos a trabajar.

- El único problema es que tienes que enseñarle la ciudad por foto, no vaya ser que nos pillen. Por lo menos hasta esta noche - me aconsejaron.

- ¿Es un problema enseñarle las cosas desde su cuarto? - se rieron las dos y se fueron.

Me quede allí parada, mirando como salían por la puerta. Y me invadió una alegría muy grande… y un miedo increíble. Fui al baño y me senté en el suelo. ¿Qué cojones estaba haciendo?

Tenía la cabeza metida entre las piernas. Me sentía chiquitita. Y llamó a la puerta. Aunque no contesté, pasó. Se colocó en frente de mí, y me cogió de la barbilla. Sus ojos se clavaron en los míos. Y sé que me dijo algo así como “¿piensas aprovechar aquí metida nuestro viernes?” Me hubiera gustado que me besara, la verdad. Había ambiente de ello. Pero nos trasladamos a 13 años antes, donde fui yo la que le mandé una notita para que me esperara en el baño de las chicas cuando saliéramos de clase. Y fui yo la que le besó. Fue nuestro primer beso y su primer beso. No fue un beso muy... Éramos muy niños. 

Sonreí al pensarlo y posé mis labios en los suyos. Fue un beso inocente. Me separe en seguida para ver su reacción. Tenía los ojos cerrados y estaba sonriendo. Y volví a acercarme. Pero esta vez pregunte tímida: 

-¿Puedo? Sé que puedo hacerlo mejor.

- No. ¿Desde cuando preguntas? Ahora voy a besarte yo.

Des(orden)ada




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