Nos quedamos un rato en aquel banco. No hablamos. Pero no era incómodo. Su mano seguía dibujando líneas en mi pierna, que emitían calor. Y notaba su cabeza apoyada en la mía. Hemos vivido ese momento muchas otras veces, en nuestro parque. Yo le contaba mis problemas de niña caprichosa y el me abrazaba. Nunca me dio un consejo, pero me abrazaba. Me dejaba apoyarme en él y su cabeza quedaba encima de la mía hasta que nuestras respiraciones se acompasaban, me relajaba y encontraba la solución por mí misma. ¿Cuándo dejamos de ser uno…? La pregunta me pesa. Pero no logro verbalizarla.
Por increíble que parezca hablamos de muchas cosas aquella tarde antes de llegar a casa, pero no me dijo cuando se iba. Ni cuanto tiempo me quedaba para aprovecharme de él. En el buen sentido, claro. Porque se pasa el tiempo demasiado deprisa.
Abrí la puerta y la casa seguía en silencio, no se si las chicas no habían llegado o es que ya estaban durmiendo. Pero me parecía un poco extraño no poder consultarles que mi primer amor, iba a dormir en nuestro sofá. Que no podrían amanecer en bragas para prepararse un café antes de irnos a trabajar el viernes. Aun así, le di una manta y un cojín, nos dimos las buenas noches con un beso en la mejilla y me dirigí a mi habitación.
Estaba pensándolo, y dándole vueltas en la cama, cuando decidí escribir por el grupo cual era la situación para que no se asustaran. Reconozco que habérmelo encontrado me colapso tanto que no había vuelto a mirar el móvil hasta entonces.
Había muchos mensajes. En el grupo de “Radio patio” intentaban entender que estaba pasando en mi vida. Les dije que mañana con calma las contaría, pero q no se preocuparan de nada. Es inofensivo. Pero también tenia un mensaje de él… era de esa mañana…
“Hola Fea, no se que hago en el aeropuerto, pero aquí estoy. Supongo que me he cobrado la invitación y voy a verte. Espérame un poco más…”
¿Qué le espere un poco más? ¿Qué no sabe porque esta en el aeropuerto? En serio, flipe con todo el genero masculino cuando leí el mensaje. Pero mas flipe conmigo misma cuando con un impulso de los míos le escribe que viniera a la cama. Estaba en línea. Y se pusieron los tics azules en seguida. ¡Que fuerte estaba en mi conversación!
Estaba tan subida en mi montaña rusa sin entender nada, que no me di cuenta que mi puerta se había abierto, y una persona me estaba usurpando la cama. Me asuste. Y como siempre… estropee un bonito momento, creo. ¿Como? Riéndome. ¡Y sin poder dejar de hacerlo!
No le quedo otra más que reírse conmigo. Ahora no estaba tan tranquilo. Ni era yo la que estaba helada. Ahora, como casi siempre, era la dueña de la situación. ¿Quién me iba a decir a mí que después de diez años el chico mas guapo del instituto estaría en mi cama?
- Ven que te abrazo, que no tener pijama en este sitio debería estar prohibido- Le rodee la espalda y el subió un poco la pierna para que metiera la mía por el huequito. Me pegue todo lo que podía a él. Me cogió la mano y entre lazó sus dedos con los míos. Me dio un beso en la palma y me dijo “Buenas noches Fea”. Le di un besito en la espalda y apoyé justo ahí mi cara… cuando me desperté ya era la hora de irme a trabajar.
Des(orden)ada
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