La habitación esta oscuras, solo entra la luz de la luna. Está despaldas, pero se que me ha escuchado desde que entre en casa.
El silencio se adueña de mi pequeño cuarto, pero se escuchaba su respiración y mi corazón… se me pasan mil preguntas por la cabeza mientras estoy parada en la puerta… ¿Qué haces aquí? ¿Por qué has venido? ¿Cómo has encontrado mi casa? ¿Por qué no me has avisado? ¿Qué significa esto? Pero cuando se gira y susurra un “Hola” muy bajito que apenas pude escuchar… mis pies se mueven hasta él. Y le abrazo…
Le abracé como le abrazaba antes. Le abracé uniendo todos los pedacitos que rompí en su momento. Le abrace como si el tiempo no hubiera pasado. Le abrace fuerte. Intentando demostrarle que no podía creerme que hubiera viajado hasta allí. Le abrace oliendo su perfume, que, por cierto, no ha cambiado. Y entre el hueco que quedaba entre mi boca y su pecho deje caer un … “estas aquí…”
Me separe un poco para mirarle, tenia los ojos azules muy oscuros pero brillantes, una expresión tranquila, como cuando sabes que has llegado donde quieres estar, y una sonrisa enorme. No dijimos nada, nos quedamos unos segundos mirándonos, analizando al otro sin saber muy bien que le pasaba por la cabeza. Asique desistimos y empezó el fin de semana, que nos permitió una segunda oportunidad. Pero no sabíamos cuánto duraría…
-Venga Fea, enséñame tu casa, tu ciudad… ¡enséñamelo todo!
Fea… siempre me llamaba así. Nunca me puso un apodo de esos ñoños para expresarme su cariño…
-Venga vale, por donde empezamos… ¿por la cama? ¡Nos pilla más a mano! - Y me reí, no sé si por vergüenza o porque sabia que el se lo esperaba menos que yo. Me salió solo, sin pensar y aunque al principio me arrepentí de abrir mi bocaza luego me di cuenta que había encajo perfectamente el golpe y que habíamos venido a jugar…
- No juegues con fuego que a lo mejor te quemas señorita- Él también se estaba riendo. Genial. Estábamos en sintonía.
Le enseñe nuestro pisito, dejó su mochila en mi habitación, pero quedamos en que dormiría en el sofá. Le ofrecí una cerveza. Bueno no, le dije que fuera a por una cerveza a la nevera, no pensaba ser su sirvienta mientras estuviera en mi casa. Pero no era muy tarde y decidimos enfundarnos en el abrigo y salir por ahí.
Paseamos un buen rato, la ciudad por la noche es bastante bonita, ya que tiene muchas luces. Y llegamos a un parque. El parque es atravesado por un rio donde la gente en verano hace picnics y tiene un puente. El dichoso puente esta lleno de candados donde la gente sella su amor. No se muy bien porque nos paramos allí, ni porque quiso sentarse en un banco a mirar el puente. No es nada del otro mundo… además… hacía mucho frío.
- ¿Fea tienes frío?
-Pues un poco… ¿estamos al lado de un río?
Y sin mas se acercó un poco mas a mí… Me paso el brazo por la espalda y me apretó junto a él… la otra mano me acariciaba la pierna con amago de darme calor…
- ¿Mejor?
Pues no se si mejor o peor, porque no se que hacer ni que pensar, pero estas muy cerca…
Des(orden)ada
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