martes, 5 de mayo de 2020

Hemos venido a la guerra

- Hola, ¿habíamos quedado? - Sale de su casa mirando el móvil.

- Te quiero - le suelto. Hemos venido a la guerra, ¿no?

- Y yo también a ti, ¿estás bien? - me pregunta mientras se acerca a mí.

- Que te quiero. Que no sé qué me pasa en la cabeza, que se me cae la baba cuando hablo de ti, que eso es... siempre, creo que hasta cuando duermo hablo de ti. Que soy consciente de que nadie en la vida me va a cuidar como lo haces tú. Que te quiero más que a nada en este mundo porque eres mis manos, mis pies, mi suelo y mi cielo. Que imagino mi vida sin ti y me falta el aire... Que llevo enamorada de ti toda una vida, y te he querido tanto que me lo he guardado para salvar una amistad que se nos queda corta, porque los límites los perdimos hace mucho... Que te amo con el alma. Y que estoy cansada de seguir jugando a no sentir, cuando por ti daría todo lo que tengo y más.

Me callo al ver su cara. Pero es demasiado tarde para echarse atrás, así que vamos a rematar.

- Y no he venido aquí para hacer que elijas. No quiero eso, no quiero ponerte entre la espada y la pared. No. Te quiero tanto que nunca haría nada que te perjudicara. Solo he venido hoy a decirte todo lo que siento, porque alguien tenía que poner palabras a lo que nos pasa. Al menos a lo que me pasa a mí. Y es que no puedo contenerme más y necesito gritarle a todo el mundo lo que siento por ti, lo que llevo sintiendo todos estos años. No tengo esperanzas de cambiar nada, y seguramente me vaya sin una respuesta, y te pediría que olvidaras esto. Pero me iré tranquila porque mis cartas están sobre la mesa y la pelota está en tu tejado. Yo puedo estar tranquila. No voy a luchar en una guerra, eso puedes tenerlo muy claro. No voy a luchar por un trono a tu lado. Las guerras nunca salen bien y siempre hay heridos. No voy a pasarlo mal... otra vez. Solo he venido a contarte lo que hay. Y es todo esto - me río. 

No me puedo creer lo que acabo de hacer (Belén mírame, pienso y me río). Dios, estoy como una cabra. Y allí estaba él parado. Sin abrir la boca, mirándome. Vale, ya estaba bien de mirarnos. Me di la vuelta y emprendí mi camino con el poco orgullo que me quedaba cuando me agarró el brazo y me hizo volver.

- ¿Dónde vas? ¿Crees que puedes decir todo esto y largarte como si nada? - me preguntó con un tono enfadado - ¿Sabes cuánto tiempo llevo esperando esto? ¿Y me lo tienes que decir ahora? - me encojo de hombros - Patri, ahora no. Ahora no, joder.

Bajo la mirada, la aparto de él, y el miedo a perderle me recorre el cuerpo, y pienso en Belén... No, no va a salir bien, querida amiga... Me levanta la cara con un dedo... Y me mira a los ojos, apartándome el flequillo.

Me besa. Un beso suave, saboreando cada uno de mis labios, primero el de abajo, luego el de arriba. Volviendo a ello, de manera muy muy suave. 

- Eres lo mejor que tengo en la vida - vuelve a besarme mientras me abraza - Te quiero como no he querido a nadie.

- ¿Pero? - pregunto al separarme de él.

- No puedo hacerla esto.

Me separo de él como si me diera calambre. 

- Vale - me doy la vuelta e intento salir huyendo, pero me coge del brazo.

- ¡Patri! - pero me aparto de él.

- No me toques - y siento que mis ojos se humedecen. Estoy llorando, mis lágrimas resbalan por mi cara - No se te ocurra tocarme.

- Patri... - baja la cabeza - Yo... - suspirá - Te juro que lo siento, aunque no te lo creas.

- Adiós... - y me voy sin mirar atrás.

De nuevo, con el corazón partido. De nuevo, con lágrimas en los ojos. De nuevo, con una herida abierta en el pecho.


Patri Izquierdo Díaz



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.