Que parezca de piedra no es una invitación para que intentes romperme.
Que aunque afronte los problemas, también me pesan.
Que aunque haya marcado el límite de mi dolor demasiado alto, también me quema. Que, aunque no lo parezca, también me duele. Que pueda soportarlo no significa que deba sufrirlo. Que pueda superarlo, no te invita a romperme.
Que es más simple.
Que, en vez de recordar la superficie de piedra, tengas el valor suficiente para picar despacito, con tiempo, paciencia y cariño, hasta llegar a mis miedos.
Y una vez te sientes junto a ellos, entender que yo también soy piel, carne y huesos, y que, aunque parezca insensible, el dolor lo llevo por dentro.
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