Debería llover y hace falta ser lluvia,
caer en los tejados y en las calles,
caer hasta que el aire ponga ojos de cocodrilo
mientras muerde la tierra igual que una manzana,
caer sobre la tinta del periódico
y caer sobre ti que no llevas paraguas,
que llamas María y Almudena,
que piensas como abril
en hojas limpias bajo el sol de mayo.
A veces una piel
pudiera ser la única razón del optimismo.
Luis García Montero
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