viernes, 21 de diciembre de 2018

Gracias a vosotros

Os voy a contar una pequeña historia. De esas que sólo me pasan a mí, quizás por eso terminé siendo escritora, para contar la realidad que, en mi caso, siempre supera la ficción. El mundo no deja de sorprenderme. El mundo masculino.

Tras un largo tonteo en el día a día. Una media declaración. Un beso robado entre clase y clase. Unas cuantas palabras bonitas con las que él pensó que yo perdería las bragas... En fin, esas cosas que hacen los chicos que realmente no nos gustan. A mí no me gustan. Es marear la perdiz, ¿para qué? 

Os voy a dar un consejo, chicos. Si sólo queréis pasar un rato feliz... Sobran los cortejos, las palabras que no sentís y todas esa cosas raras que hacéis, que por favor se adivinan desde lejos vuestras intenciones (me pone enferma esos ritos tan antiguos y artificiales).

¡Al grano! Qué me lío. Pensé que era un chico furbi. Ya sabéis, buenazo, tierno, amable, achuchable, etc. Ese típico chico con el que querrías acurrucarte cada domingo bajo una manta para ver un telefilm de antena 3. Bueno, tras la definición de "chico furbi", os contaré que quedé con él. A solas no, por supuesto, es un chico, no os fiéis y más cuando hacen esas cosas raras de regalarte los oídos. No lo hagáis, van a lo que van (da igual si es furbi, langostino, macarra, empotrador, lo que sea... son hombres y eso engloba a todos).

Me gusta jugar con fuego. Soy de las que piensas que si no juegas con fuego, te acabas muriendo de frío. Y allá voy, sin casco, sin frenos. Con un furbi bajo el brazo. Tentando a la suerte. 

Un baño, en un bar público. Necesito un baño urgente. Una cuando sale y se pone hasta arriba de Coca Cola, es lo que tiene. ¡Soy humana! Bueno, pues él parecía necesitarlo también. "¿Te atreves a seguirme?" le dije... ¿Hemos quedado en que me gusta jugar con fuego? Nunca pensé que lo haría, nunca. ¡Es un chico furbi! Pues me equivoqué. La vida te da zascas cuando menos te lo esperas. Me siguió... Hasta dentro, empotrándome contra la pared, sin dejar de besarme. Claro que me dejé besar..., por una vez dejó de hacer el tonto y fue directo a lo que quería. Sabía lo que hacía y me dejé llevar. Me dejé guiar por él hasta el final. Y es que a veces somos tan parecidos ambos sexos. Se nos olvida pensar con la cabeza, y por qué no decirlo, esos momento molan. 

Salimos de allí, yo primero y él después, como si nada. Nadie sospechó nada. Nos gusta lo clandestino como diría Maluma. 

Hasta ahora... Un relato sexual, ¿no? ¿Sois de los que queréis más detalles o preferís imaginar? Os dejo que imaginéis, hay cosas que es mejor quedárselas una misma, como lo que sentí, lo que sentí después de... y lo que siento ahora.

Después de unas cuantas cervezas, hablamos un poco de todo, y las mentiras tienen las patas muy cortas. Y las cosas que se ocultan y no se dicen, también. 

Resultó que ese chico tenía novia. ¡Ups! Se le escapó. ¡Vaya! 

¿Queríais una historia bonita con un final bonito? Las historias felices son historias sin acabar. Y cada día, la vida me lo confirma. 

Esto no deja de ser una anécdota muy pequeña en mi currículo amoroso, si es que lo puedo meter ahí. Fue un momento fácil que se presentó. No siento nada por él, evidentemente. Lo que él haga o deje de hacer es sólo cosa de él. No es asunto mío. Lo que de verdad me preocupa, es que esto es más general de lo que pensamos, gente engañando a otros constantemente. Seguramente no soy a la única que le ha pasado algo así. Todas mis amigas tienen una historia que contar, amigos también. Es algo bastante general y eso es lo que me da miedo. 

Que tras varios chascos, uno detrás de otro, matáis cualquier esfuerzo que haga para abrirme a alguien nuevo. Me es imposible, la verdad. Pero, seamos optimistas... Gracias a todos vosotros... Soy muy fuerte, estas cosas ya no duelen, ni decepcionan... se quedan en meras anécdotas como he dicho antes. Gracias a vosotros, soy como soy ahora. Una mujer con la muralla más grande que existe y la armadura más robusta de la historia. No soy fácil de acceder, no soy romántica, no tengo expectativas de nada, matáis cualquier cuento de hadas que pudiera haber imaginado un día... Gracias por hacerme así, porque me quedaré sola, pero a salvo, sin dolor, sin lágrimas, y a veces... como dije en la entrada anterior... elijo lo fácil.

Patricia Izquierdo Díaz


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