Enciendo y apago el ordenador. Vuelvo a encenderlo. Lo apago. Jope, tengo cosas que decir, pero no quiero que lo leas algún día. Lo vuelvo a apagar. Necesito soltar esto que tengo pesa tanto en mí. Y que lleva toda esta semana martirizándome.
¿Qué estarás haciendo?, ¿Dónde estarás ahora?, ¿A quién estarás mirando?, ¿Recordaras nuestros momentos?, ¿Los habrás olvidado?... ¿Qué estarás haciendo?
Esta semana no te he hablado. Tengo que ser fuerte, hacerme la digna, que tú sabes que de digna no tengo nada, y no hablarte. Porque no le voy a contar a alguien algo de mi vida que no me pregunta absolutamente nada de ella. Espero que lo entiendas, y no me vengas con que estás muy ocupado. Todos trabajamos y para un mensaje, te aseguro que hay tiempo más que de sobra.
Me voy a volver loca. Tengo locas a mis amigas. He puesto Madrid patas arriba. Y he querido volver a ser la de antes. La de antes del verano, pero no he podido. No puedo mirar a otro chico y menos lanzarme a él. Te juro que lo he intentado y todos me han valido, pero estabas tú hasta en mis sueños. Por un momento he creído tocarte de nuevo, que tú me tocabas, he sentido el calor nuestro. He vuelvo a ver aquella habitación que inundamos de caos. Un caos maravilloso también te lo digo.
Volvería mañana mismo allí. Pero no puedo pedirte nada, ¿verdad? No puedo exigirte nada. Tampoco voy a declarar un amor que no siento. Yo sí que no te hago perder el tiempo. Pero algo pasó en ese viaje, y es lo que me tiene asombrada. Yo era la chica de hielo que levantaba grandes murallas a su alrededor, que iba con escudos y lanzas, que no veía en un chico más que un polvo. Algo pasó. Me gustaría saber el qué. Para mí fue importante. Pero tú estás en otra habitación con otra chica diferente. Supongo que haciendo lo mismo. Y lo que debería estar haciendo yo en un puente como este. Pero algo pasó. Y ahora me van los mimos, las películas románticas y Pablo Alborán.
Me dijeron que esto se cura con tiempo (una semana) y chocolate. No es cierto, de momento. Ya hemos pasado por esto, susurra mi corazón, pero es que él era perfecto. Jope, ¿qué debo hacer? Qué puedo hacer para pasar página, para volver a la que era al principio del verano. Para que dejes de importarme. Me caías mal. Todo era más fácil.
¿Sabes? Sigo bromeando, la gente aún no ha captado que estoy hecha una mierda. Sigo haciendo feliz a los demás. A mí me reservo para cuando llego a casa. Donde la impotencia, como bien sabes, es el único sentimiento que me hace llorar. No debería escribirte esto. Es darte paso, luz verde, o como quieras llamarlo para adentrarte en mí, para ir quitando las piedras de mi muralla, y eso no va a ser fácil, no te lo voy a poner fácil. Que abra una ventana, no significa que veas todo lo que hay dentro.
No sé qué hacer esta noche, no sé qué hacer este puente, no sé qué hacer este mes de mierda donde todo el mundo es feliz por la navidad. Y yo sólo veo un vacío en la ciudad.
Patricia Izquierdo Díaz
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