lunes, 3 de diciembre de 2018

Piel de letra

No sé muy bien cómo nació. Pero me di cuenta de que las cosas más importantes para mí las había dejado escritas en la piel. La piel es como mi diario, como una hoja en blanco que empieza con tachones y demasiadas palabras desordenadas. Es el lienzo de los pintores. Las teclas de un piano. El agua en un desierto. Empecé a escribir(me) lo que me erizaba la piel sin que tuviera que pensar mucho en ello. Una despedida. Una canción. Una palabra. Y curiosamente siempre fueron palabras. Todo letras. Todo frases. Menos tú. Una flor.

Tú llegaste y lo rompiste todo. Mis ideas, mis canciones, mi dolor, mi alegría. De repente, me hiciste cambiar todo. Y te dibujaste. Sencilla, limpia, pero no frágil. Sin espinas que me rasgaran la piel. Solo delicadeza y paciencia. Ahí estuviste durante meses para recordarme que lo que importa siempre está debajo de la piel. Que lo que duele importa. Y desde ahí, me has hecho sacar todo lo que necesitaba liberar. Liberarme del caos oscuro lleno de miedos e inseguridades.

Piel de letra porque las letras que has puesto en orden son las que estaban debajo de la piel. En lo más profundo y escondido de mí. Piel de letra porque he sabido dejar que la piel respire. Piel de letra porque a veces es mejor ir poco a poco y otras necesitamos meter la sexta. Piel de letra porque tienes entre tus manos mi piel, que es mi alma. Piel de letra porque no hay nada más bello que llorar con una sola palabra.

Letras hechas de piel.

Laura Escanes


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