Querida yo del futuro:
No es la primera carta que te escribo. Y espero que tampoco sea la última. Las cosas van cambiando y nunca sale nada como planeabas. Deberías saberlo ya. Siempre encontrarás excusas para hacer otra cosa y te seguirás olvidando siempre de lo mismo. Escúchate más. A ti. Cuando leas esto, quiero que intentes mirar atrás y recordar cuándo lo escribiste. Qué se pasaba por tu cabeza. Y que no compares. Porque siempre has querido compararte contigo misma. Y sí, eso está muy bien a veces para mejorar. Pero es que tú coges algo y hasta que no lo exprimes del todo no lo sueltas. Y contigo no puedes hacer eso. No te obsesiones y escúchate. Respira. Espero que cuando leas esto no te duelan las mismas cosas que ahora. Espero que hayas cambiado mucho, porque si no será que no aprendiste lo suficiente. Aprender nos hace cambiar. Y los cambios no son malos, recuérdalo. Evoluciona. Equivócate. Ama. Perdona. Besa. Baila. Salta. Grita. Viaja. Eso. No dejes de viajar y de abrir los ojos para observar cada rincón desconocido. Empápate de buenas energías y sigue queriendo la vida como la quieres. No dejes de llamar a mamá. Ni al enano. Insiste en lo que quieres y no te rindas.
Entre tantos consejos no sé si estoy diciendo demasiado. Qué más da. Si luego acabas haciendo lo que te dice el corazón. Sigue haciéndolo. Sigue amando tus decisiones y poniéndole pasión a todos tus pasos. Así nunca fallarás. Y si fallas, será para aprender.
Querida yo del futuro,
repite conmigo:
quiérete.
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