domingo, 30 de diciembre de 2018

Ley universal: "Pase lo que te pase en la vida, nunca lo superarás sin tus amigas"

Os voy a contar una historia... 

Todos los que me conocéis sabéis que soy muy de mis amigas, simplemente porque son maravillosas. Y tengo un "imán" para atraer a gente y que me hable, que me cuente su vida, sus conocimientos, en fin. Tendré cara de saber escuchar o de que me gusta mucho una buena conversación. No lo sé. Seguiré dándole vueltas.

El caso, es que hace mucho tiempo, mucho muchísimo... Hice la famosa selectividad, ahora mismo no sé ni cómo se llama, porque cada día le cambian de nombre y le dan la vuelta a toda la Ley de Educación, conocí a Clara. Mi Claruchi. Nos sentaron juntas para examinarnos y no sé qué cara llevaría cuando me dijo en voz baja: "Tranquila, no es para tanto. Es mi segunda vez, te lo digo yo". Simplemente me limité a sonreírla. Me centré en mi examen y continué. A la salida me estaba esperando para preguntarme cómo había ido todo. Más tarde... Me enteré que no sólo me esperaba a mí. El chico que me acompañó a examinarme... pues le hacía tilín (por cierto, el que le acompañaba a ella, también me hacía tilín a mí).

Los exámenes pasaron y nos veíamos por los pasillos. Al final quedamos para el gran botellón que se celebra al finalizar la selectividad. Yo no tenía ni su número, ni forma de contactar con ella... Según estoy escribiendo, me siento antigua, ¿de qué mundo estamos hablando? Ahora mismo, en esa situación, mandaría un WhatsApp y punto. Pero no, yo al menos no lo tenía. 

Ese día, el de la gran fiesta, pedí que me acompañara a ella a una amiga. Ella se sorprendió: "¿Tú en un botellón?" Pues, ¡claro! ¡Teníamos que ir! ¿Coche o Metro? Mi amiga pensó que la Ciudad Universitaria estaría a tope, así que decidimos ir en metro... Cuando las puertas se iban a abrir. Allí aparecieron Clara y su guapo amigo (que era clavado a Fernando Alonso).

Os podéis imaginar la sorpresa de ambas. Podéis llamarlo destino o casualidad. Para mí fueron muchas casualidades en una misma semana. El destino me regaló a Clara. Me la dejó en la puerta de un vagón de metro... y a su amigo también. Si os preguntáis por el amigo, de él no sé nada. Clara tampoco sabe acerca de mi compañero (Clara, que no salimos adelante con los chicos). Pero nos da igual, seis años después estamos aquí celebrando la navidad y la amistad.


Nuestra historia se complicó al irse Clara a estudiar a Lugo. Cada día lucha por ser veterinaria. Y una de las cosas que tenemos en común, es que no sabemos dónde acabaremos, no tenemos un lugar en el futuro. Pero lo bueno es que podemos hacer lo que queramos, porque no dependemos de nadie ni de nada.

Este último año, ella me ha enseñado lo que es luchar en la vida. Es la persona más fuerte que conozco, ha sabido luchar y batallar con príncipes y dragones, y ella sí lo ha podido contar. Hasta ahí os cuento. Salir de aquello, que hoy estés a mi lado, es el mejor de los regalos. Te quiero como nunca he querido a nadie. Y eso lo demostramos con cada abrazo y con cada beso, regalando aquello que jamás recuperaremos... el tiempo, escribiendo nuestra historia, creando recuerdos, sumando momentos. No hay kilómetros que nos separen, porque podemos acercar Lugo y Madrid, podemos hacer que parezcan pueblos vecinos, porque a nosotras no nos asusta la distancia, ni el tiempo, ni los malos, ni los buenos, ni los príncipes, ni los dragones, ni los cuentos.

Patricia Izquierdo Díaz


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