Te oigo llorar desde la otra habitación. Pared con pared. Y ahí estoy yo. Con la oreja pegada a la puerta escuchando tus llantos que se me clavan como un cuchillo en medio del pecho. No me atrevo a pasar. Quiero que lo sueltes todo y que no te dejes nada oscuro dentro. Me gusta que no lo escondas y que llores fuerte, que te dejes llevar por tus lágrimas.
Pero cuando termines y no te quede nada, brilla. Brilla, por favor. Por ti misma. Porque no necesitas maquillajes ni adornos ni focos para ser luz. Eres luz brillante. Luz. Brilla, por favor. Sonríe y brilla sola porque no necesitas más que tu risa. Pero brilla por y para ti, no quieras gustar. Solo gústate a ti. Mírate al espejo y sonríe. Llora. Grita.
Pero jamás dejes de brillar.
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