domingo, 2 de diciembre de 2018

La fina línea que nos separa

Existe una línea fina, muy fina, tan fina que es capaz de separar cosas. A ti de mí. A mí de ti. Apenas se ve y pocas veces se siente. Pero se deja notar en su justa medida. Divide la realidad de lo virtual, lo real de lo imaginario (que no falso), lo real del mundo más cruel que he visto jamás. Lo justo de lo injusto. Lo correcto de lo inaceptable. Los «te quiero» de los «ojalá te mueras».

El límite. Esa línea tan fina es el límite que no lo pongo yo por ti ni tú por mí. Solo tú decides dónde lo tienes, hasta dónde estás dispuesto a llegar. O en tu caso, a dañar. Límites que jamás se deberían cruzar y que aun así seguimos aguantando por miedo, o por vergüenza. No sé. El límite del respeto. Tan fácil como no hacer aquello que no desearías que te hicieran, ya no a ti, sino a la persona que más quieres. A tu hija. A tu hermano. A tu madre. Vamos a ponerlo más fácil. Imagínatelo. Imagina que alguien le cuenta lo que has dicho a tu persona intocable. ¿Duele? Si no duele, lo estás haciendo bien. Si duele, ahórratelo. Has cruzado esa línea tan fina de la que te hablaba y una vez la cruzas te será difícil volver atrás.

Ese límite lo defino como la separación de dos clases de personas. Las que construyen y las que destruyen. Las que aman de las que odian. ¿En qué lado estás tú?

Laura Escanes


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