Como quien pide un mapa, una ruta fácil. Como quien prefiere caminos largos y carreteras malas. Nada de líneas rectas. Nada de autopistas. Nada de ir al grano. Ahí estaba yo pidiendo a gritos un recorrido entre pecas, entre líneas difusas. Entre curvas y pliegues. «Explórame», dije. Como quien empieza a andar sin rumbo fijo, con la mente nublada y dejándose llevar por la intuición. Tus manos enredadas en mi pelo, como si estuvieras retenido y no hubiera otro sentido ni otra vía para escapar. Tus labios en mi cuello bajando muy lento. Como quien intenta no hacer ruido para no despertar. Suave. Tus ojos en mis ojos, en mis labios, en mis deseos. Tu piel en mi piel. Como quien recorre un mapa en busca de las mejores vistas. No sé si estarías tanteando el lugar para quedarte a dormir. O a vivir. Explorándome centímetro a centímetro como quien rastrea un bosque nuevo. Como quien descubre un tesoro y lo hace en silencio.
Como quien ama sin pensar en lo que vendrá. Sin rumbos. Sin ruta.
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