Os voy a hablar de una flor,
de una noche en otro planeta,
de unas manos de terciopelo,
de la belleza,
digo, de su mirada.
Que vi en ella a todas las mujeres,
a todos mis pasados mejorados,
que ya conocía su abrazo,
que se quiere
como todos deberíamos querernos,
y eso le hace grande,
eterna,
chica de contrastes
con las cosas claras,
supernova
que vuela en territorio libre,
y esa puta sonrisa que se sale de todas las fotos.
Sin misterio no hay belleza.
Os hablo de una mujer
que brilla por encima
de las estrellas,
que no sé, parece feliz.
Algún día lo sabré.
Quizá.
Diego Ojeda
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