Otra noche. Otra más. En la que he visto como las ruinas, se terminan cayendo. Como no ves camino entre tanto escombro. Voy a escribiros el texto más sincero. Esta noche, el gran ogro ha abierto los ojos. Ha intentado escapar de la manera más cobarde de todo lo que ha creado. Pero lo he impedido. Las consecuencias de tus actos has de aceptarlas. Es lo que nos ayuda a aprender. Pero aún así, no era consciente del mal que ejerce a los que estamos a su alrededor. Se lo ha tomado como un ataque personal.
El motero me ha llamado "gilipollas", y no le falta razón, pero no puedo dejar a una persona así sola. Por mi culpa no la va a pasar nada, no quiero culpas. No podría vivir con ello. Me he roto por dentro. Hacía meses que no lloraba así. Las lágrimas se me habían secado hace días. Me duele la cabeza, la tripa, la espalda, los brazos, el pecho, me duele gran parte del alma, porque en el fondo no he sabido llevar esta situación. Y me refiero al principio de los tiempos. Ni siquiera ahora mismo sé gestionarla. Estoy rota ante mi fracaso en esta historia.
Hoy, haciendo limpieza. He encontrado mi primer diario. Data del año 1999. La primera hoja es de la Navidad de 1999 en la que me lo regalaron. Ya desde entonces me gustaba escribir. Me regalaron el diario y una máquina de escribir. Quería hacer cuentos e historias. Vocaciones muy tempranas, como veis. Tenía un candado puesto, pero he conseguido abrirlo con una horquilla (el por qué sé abrirlo, lo omito). No recordaba nada de aquellos escritos, en los que el ogro ya aparecía en ellos. No recordaba todos los sentimientos que allí plasmaba, increíblemente parecidos a los que ahora siento. Pensé que lo de escribir como sentía venía desde mi primera visita al psicólogo, pero antes, ya lo hacía. Recordar esos momentos, me ha hecho sentirme una niña de nuevo, volver a tener esos "flash" o recuerdos, volver a sentir la piel de gallina por el miedo, volver a estar en silencio por ser una molestia. Por molestar en mi propia casa.
Hoy he fingido que estaba bien. Pero la verdad es que siempre se puede estar peor de lo que se está. Porque la sorpresa de al medio día, no la estaba esperando yo. Tenía bastante con lo que tenía. Pero no. No soy creyente, pero todos estos sucesos tan seguidos en mi vida tiene que ser por alguna razón. Me gusta llamarlo "karma" aunque no crea en él. Ni en mil vidas que haya tenido yo, he podido llegar a ser tan mala y acumular tanta maldad para que me sea devuelta de esta manera.
Tengo un debate interior muy grande. No es de ahora. Es de siempre. Lo he visto también en mi antiguo diario. ¿Soy mala persona? Toda la vida he escuchado que lo soy, que soy un fraude, una egoísta, una prepotente, la peor creación de dios, tonta, etc... Sin meternos con mi físico, que ese es otro tema. Eso, lo he escuchado día a día. Todos eran mejor que yo. Todos. Y así me he sentido y me siento cada vez que ocurre algo.
No hace mucho tiempo. A raíz de que me dejaron por otra para ver catedrales. No hace mucho tiempo realmente. Donde mi mundo se vino abajo, descubrí, que aparte de mi bollo. Mis compañera de universidad, eran mis amigas, y me apoyé en ellas. Mi Clara, aún estando en Lugo, estaba conmigo y sus conversaciones me evadían de mis problemas. Dejé entrar a gente nueva en mi vida, con el título de "amigo", Rocío, Silvia, Gema, Sonia, Noelia, etc... La lista es tan larga. Y hoy, aparte de mi bollo, que ese está ahí desde la época de los dinosaurios, me siento muy arropada, consentida a veces, defendida, y querida, muy muy querida... y no con palabras, que también, ¡hechos! Una prueba de ello, ha sido Patri hoy o ayer, ya no me acuerdo, cuando dije, cancelo el cumpleaños. Ella se ha sacado de la manga descuentos para todo para la Warner. Ella ya lo organiza, porque yo no me quedo sin cumple. Ayer, el cine, porque yo no me quedo sin ver Marvel. Si pienso en esto... tan mala no puedo ser. Si ellas dan todo por mí, yo lo hago por ellas siempre. Se me cae la baba con mis amigas. Y agradecérselo es tan insignificante. Ellas saben que pueden contar conmigo siempre, siempre, yo no soy de las que se van. Me la puedes liar bien, que yo aquí sigo... Porque todos cometemos errores. Pero tenemos algo que nos une, una fuerza especial, una llamada amor, del "a pesar de..." del que siempre os hablo.
Hoy estoy rota. Me siento la persona más fracasada del mundo. Siento que no hago nada bien y que quizás el ogro tenga razón en muchas cosas. Me he desahogado con el motero. Llevo todo el día contándole mis penas. Va a acabar harto de mí y con la cabeza como un bombo. Es normal que prefiera a otras para ir al cine, no soy la mejor compañía. Y quiero agradecérselo desde aquí porque si se lo digo a él personalmente siempre me dice alguna tontería.
El hielo sigue enfriando mis ideas. Sigue reorganizando esta cabecita que quiere huir y esconderse debajo de una mesa. El motero se piensa que es el único que piensa en su ex cada día. No tiene ni idea de lo que es saber a ciencia cierta que la única persona que me puede salvar de todo esto es el señor del velero. Y que por supuesto, la cabeza se va a dar una vuelta a Valencia. Y mi corazón pregunta, "¿no habremos confundido?". A todos nos llama el pasado, pero yo estoy en modo avión intentando arreglar mi presente. Esa es la diferencia.
Tengo un labio partido. Os dije que iba a ser un texto muy sincero. Seguramente necesitaría un médico pero para ello tendría que dar muchas explicaciones. ¡Qué falta me haces, bollo! Te llamaría ahora mismo, para que me curaras el labio. Esas cosas solo te las puedo pedir a ti. Te tendría aquí luchado con los pañuelos de papel porque se te quedan pegados en la herida y pidiendo más gasas porque ya se están acabando. Son muchas las batallas que llevamos ya. Hoy me estoy curando sola frente al espejo. Pero la sangre no cesa, creo que es hora de avisar a tu amigo. Te echo mucho de menos. De hecho, voy a llamarte a ver qué tal te va. Y fingiré que tengo una vida maravillosa, tanto que no te lo vas ni a creer.
Tengo muchos miedos. Miedo a quedarme sola por ser tan mala, a que a alguien le repugne mi cuerpo después de un polvo, por eso suelo vestirme en cuanto termino, porque a la primera que se la pasa eso por la cabeza es a mí. Tengo miedo a que me dejen de nuevo, a querer y no ser correspondida, a darlo todo y que nunca sea suficiente. Tengo miedo a tener miedo, a ese que te paraliza y no te permite ni chillar, ese que hace que te hagas pis, vomites o te dé una taquicardia que sientes como te mueres poco a poco. Tengo mucho miedo al ogro y a lo que puede ser de mí. A perder a mis amigos. Tengo miedo a perderme yo, a dejar de ser quién soy por estos motivos. ¿Diva? Eso es solo mi fachada. Me la he currado bastante para que nadie pueda ver toda la mierda que hay detrás de unas pestañas y unos labios rojos. Nadie se merece esto, ni vivir esto de cerca. ¿Cómo voy a querer tener pareja? ¿Cómo voy a querer desear a alguien que se enamore de una persona con tantos miedos, con tantas corazas, con tantos problemas, con tantas lágrimas secas, con un ogro en casa...? ¿Cómo? Yo no podría desearle eso a nadie.
No he tirado la toalla porque tengo la esperanza de que mi vida está por empezar. De que todo esto acabará y podré ser feliz, seguramente en una casita en el campo con perros y dos niños. Pero hay días, en los que la vía rápida y fácil está ahí... Y te llama, como una tentación. Pero no sé cómo lo hago, y saco fuerzas por luchar por mí, por mi familia y por personas que no se lo merecen, porque yo soy así. No soy gilipollas o igual sí, pero... Es mi forma de ser... Y me sale solo, ayudar, me sale. Pensar en los demás también. No puedo evitarlo.
Ahora quiero dormir. Pero las pesadillas vendrán a recordarme mi maravilloso día, o partes de algún capítulo de mi pasado. Mañana, Silvia, me ha preparado un día genial. Tengo que estar bien. Tengo que dejarme querer, que también es de valientes y dejar que me ayuden. Clara, gracias por el consejo. Y bollo... vuelve ya.
Patricia Izquierdo Díaz