Si estás sentado en cualquier cafetería con ventanas a la calle y la ves pasar, es lo primero que vas a pensar. «Qué mirada tan fría desprende».
Envuelta en su abrigo, el invierno le hace un poco menos de daño. Es un invierno más, sí. Uno más dentro de su vida. Ella siempre aprende. Siempre quiere aprender y ser la mejor en todo. Nadie le ha regalado nada. Más bien le quitaban todos los regalos. Aprendió a sacarse las castañas del fuego ella sólita. Aunque costara. Aunque doliera.
Y si alguna cosa le quedó en herencia, fue ese escudo tan bonito que la separa de las personas. Mucho daño dejaron los que consiguieron traspasarlo.
Y al final tampoco pide tanto, ni belleza ni dinero, solo que le hagan sentir que merece la pena mirarla a los ojos y empezar a conocerla. Sin mentiras, esta vez.
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