En menuda espiral acabó. Sin casi darse cuenta. Tenía algo especial, de eso no le cabía duda. Pero no imaginaba que acabaría en esa trampa tendida sin culpas.
No, no le va a echar la culpa a nadie. Simplemente se enamoró de alguien que solo buscaba cariño por un rato. Y al principio le pareció bien. «Si es lo mismo que busco yo», pensaba. Fue un alivio escucharlo antes. Una tortura vivirlo ahora.
Pero se ha dado cuenta de que el amor no se elige. Ni se decide. Aparece y surge. No se le puedan poner fechas ni momentos. Es más inesperado que una tormenta de verano. Que puede doler como el granizo.
Todavía no sabe qué hará. Algunas veces se ilusiona por un rato con que todo pueda cambiar. A su favor. Se pone canciones al despertar, por si en alguna encuentra respuestas. Esta vez no hubo promesas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.