Llevabas coletas, pero en realidad nunca fuiste niña. No te lo pusieron fácil. Tuviste que sacarte el carnet de mayor, con demasiado adelanto.
Y hoy, que han pasado los años, tu mirada sigue pareciendo dura, pero por dentro está la niña que nunca te dejaron ser. Paseas firme por la ciudad, dejando elegancia a tu paso. Haciendo que nada importa. Que tú solo eres para ti. Que dejas que quien quiere hacerte reír pase de largo para seguir llorando. Pero, algunas veces, sabe amargo el café poco cargado.
Que nadie te ha regalado nada, y que hacer pizzas caseras nunca se te olvidará. Bien llenitas.
Que algunas veces, deberías no decir nada y pedir que te besen, sin pensar en nada más.
Y cerrar los ojos, y dormir sin despertador una maldita vez. Y comer pipas en un banco. Del parque, digo.
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