No, esto no es comparable con nada. Los dos lo sabemos. No es cuestión de que lo notemos, simplemente lo sentimos.
Convertimos cada sitio que pisamos en algo especial con recuerdo. Ciudad. Bar. Cama.
Y cada vez que volvemos es casi temblar. Lo disfrutamos al máximo.
Tú me preguntas, yo siempre te respondo. Siempre todo lo que pienso. En todo lo que tiene que ver contigo no necesito tiempo para pensar. Confío a ciegas.
Y si alguien cree que eso es arriesgado es porque nos ha visto mirarnos. Mordernos. Entendernos.
Además cada día que pasa, allí estamos. Hablando de todo, pensando en la próxima vez que nos veamos. O qué película caerá.
Abrazarte es sentir calor y vida. Dan ganas de no soltarse nunca. Somos, simplemente somos.
Como la sonrisa y comodidad de un Riad en Marrakech. El encanto de un fin de semana en Oporto. El placer de pasear por Combarro. La octava maravilla del mundo lo de abrazarnos. Sin dudar.
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