El amor es inesperado. No se puede controlar ni evitar. No es cuando tú quieres. O cuando el mundo cree que lo necesitas. Te hace sonreír sin avisar. Como esas noches que no ibas a salir y acabas bebiendo cervezas sin parar a las ocho de la mañana en cualquier portal. Metiendo mano sin parar. O quizá todavía no, pero acompañarte hasta tu casa. Puede sonar todavía más erótico un abrazo en la puerta. Sin fotos, pero con cada minuto en tu cabeza.
No entiendes de medidas. Solo de sensaciones. De cómo te hagan sentir. De las ganas que te creen de hablar un poco más. Y lo bonito que te parezca su pelo así de revuelto al despertar.
Y que sus ojos te digan: ojalá no te marches nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.