Lo que más me gusta de ti es que aunque no tienes la mejor memoria del mundo para recordar algunas cosas, no te acuerdas solo de las que te interesan. Eres de momentos, de callar todo lo que sientes hasta que no tienes confianza. De poner los ojos brillantes y vidriosos cuando algo te emociona y no te lo esperas.
Alguien que adora los detalles y recibe pocos. Tu espalda no necesita marcapáginas, siempre quiero empezarla de nuevo. Disfrutar de tus lunares y ver cómo se arquea cuando está llena de placer. Y lo nerviosa que te pones cuando se te mueve el flequillo. Me recuerdas a mí necesitando siempre pan.
Que nadie sabe que harías locuras por quien te lo da todo. La forma que tienes de descubrirme canciones que casi nadie conoce y que hablan de nosotros. Posiblemente podríamos superar el récord del mundo en mirarnos a los ojos.
Casi te gusta por igual verme cocinar que comer. Tus nalgas apoyadas en mis piernas para poder besarte debajo del pecho. Y esos abrazos tan fuertes que nunca dicen «adiós», solo hablan de «no quiero irme nunca».
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