lunes, 8 de julio de 2019

Vivir a trescientos kilómetros por hora

Escucha Marea y a Extremoduro. Algunas veces con los ojos cerrados. Lo suyo es curar. Con mucha ilusión. Algunas veces a caricias. Eso sí, otras veces se cansa de que no la curen. Algunas veces se pierde la esperanza. No de gemido fácil pero sí intenso.
En sus labios mucha gente querría quedarse a vivir. Sin lujos ni comodidades. Y cuando sonríe sus dientes relucen. Y cómo se deshace su flequillo al medio, para cualquier lado. Cuando hace viento. O tristeza. De una forma u otra le gusta vivir a 300 km/h.
No frenes. Al menos, no ahora.


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