Pasarán los años y con ellos algunas personas por tu vida. A mí me pasará igual. Unas se irán, otras las dejaremos marchar. Puede que alguna se quede. No lo sé. Dejaremos de entendernos. Dejaremos de hacer el amor para hacer demasiadas guerras mundiales en cuerpos humanos. Para dejar de hablar de aquellas canciones de los noventa, que todo vaya caducando día a día como los yogures. Sin poder chupar ya ni la tapa.
Trabajaremos, igual incluso algún hijo. Haremos cosas de mayores. Veremos el tiempo pasar como Usain Bolt.
Y ahí siempre estarán nuestros amigos, esos tres o cuatro que se quedaron de aquellos diez, para hacernos reír un rato, para llevarnos al japo. Para demostrarnos que algunas veces un abrazo importa más que nada. Y dos copas de vino, hablando de tiempos peores y mejores, siempre saben bien dulce.
Notaré cómo la piel de mis manos se arruga un poco más, mes a mes. Que seguirá siendo suave aun así. Como lo eran tus piernas al sol.
E igual un día me sentaré en el sofá, con una serie repetida enfrente.
Y recordaré aquel verano donde lo fuimos todo. Donde yo tenía el pelo más largo y tú de un color que ni recuerdo cuál era.
Intentando hacer memoria para saber intentar recordar quién besará tus canas de raíz antes de dormir.
Volviendo por un minuto al agosto donde sonaba El Canto del Loco en la radio mientras comíamos un helado Drácula. Y solo se escuchaba el mar.
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