Cómo ha pasado el tiempo. Joder, tan rápido.
Parece que fue ayer cuando empezábamos a hablar. Casi sin querer, casi sin parar. Mirábamos el reloj y eran las seis de la mañana. Parecíamos dos tontos encantados de serlo.
Cervezas, risas, madrugadas sin almohada. Sexo con la mirada. Duchas desnudos.
Supongo que somos de esas personas que nacimos para no estar juntas, pero para recordarnos siempre. Aunque parezca que no, el día menos pensado es cuando más te pienso. Sin darme cuenta, recuerdo algo. Sin darme cuenta, sueño contigo.
Y, al despertar, todo sigue igual, levantarse y que sea un día más. Voy sabiendo de ti, como puedo. Alguna foto por ahí. Sé que alguna mano te agarra fuerte. Que parecéis felices.
Todavía puedo ver dentro de tus ojos que alguna vez te acuerdas. Aunque sean pocas. Que aunque todo sepa a derrota, una vez ganamos. Y que nuestras guerras terminaban siempre en paz debajo del edredón.
Y como dice Andrés Suárez...: «Aún te recuerdo, con la palma de tu mano en mi jardín...».
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