Muchas veces me han preguntado si creo en los amores a distancia.
Indudablemente sí. El amor, si es de verdad, no entiende de nada. ¿Va a entender de kilómetros? Por supuesto que no. No entiende ni de la mayor de las dificultades.
Eso sí, siempre buscando que esa distancia un día se convierta en cercanía. Poniendo ese objetivo de ilusión. Restando días. Intentando que las cosas salgan bien.
Un mensaje es soñar. El siguiente fin de semana unas ganas de todo. Un «te echo de menos» vale por al menos veintisiete.
Los «te quiero» al despedirse duran en las cabezas, semanas. Los besos tienen el doble de ganas. Y una fuerza brutal.
Los días de mucho más que veinticuatro horas. La piel siempre a flor de piel. Las lágrimas de despedida. Sinceras.
Suerte fue conocerse.
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