martes, 23 de junio de 2020

¡112!

Sí, lo confieso ya. El vecino del motero ha vuelto a mi vida. De una forma diferente. Sí, sé que siempre digo lo mismo. Pero me habla todos los días, para preguntarme qué tal mis citas, qué tal el curro, qué tal... Y para, cómo decirlo... acercarse a mi para contarme algo que le inquieta pero nunca termina de hacerlo. Me está usando de escape, lo sé. Quiere evadirse de aquello que tiene. Mi tendencia a ayudar a la gente, hace que esté ahí. Exponiéndome, una vez más. Dejando una ventana abierta de mi escudo. Da miedo, ¿verdad? A mí mucho. 

El morbo, el aquí te pillo y aquí te mato. Los polvos a deshora. Molan. Son adictivos. Y así llevamos casi un año. Con tira y afloja. Solo que esta vez ha cambiado. Ahora la que dirige esta relación, si así se puede llamar, soy yo. Yo le pido, y él viene. Y si no puede, hace lo imposible por venir. ¿Perderme? No deja de perderme, ni cuando me manda a Narnia. Y la verdad, es que siempre me encuentra. 

Para mí es sexo. Lo sé. También sé lo que es usar a una persona como parche para aquello que te da dolor de cabeza. Pero es nuestra relación ha sido así desde que le conocí en Pof. De necesidad... de urgencia... de 112.

Patri Izquierdo Díaz


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