Sé que algunas veces nos levantamos o nos vamos a dormir con una sensación inmensa de inseguridad dentro de nosotras. Te sientes invisible y las pocas fuerzas que quedan las usas para llegar a casa y tirarte en el sofá o en tu cama, lo que esté más cerca. Es ahí donde comienzan las cientos de preguntas, los cuestionamientos, los suspiros y esa sensación de ahogo que no te deja respirar. ¿Por qué pasan las cosas de la forma que pasan? ¿Por qué sigues sintiendo que no eres suficientemente buena? ¿Por qué sigues intentando complacer a personas que no valen la pena y que te tienen convencida de que hay tanto de ti que tienes que cambiar?
Detente un segundo. Quédate ahí donde estás y no lo hagas sólo porque te lo digo, sino porque es necesario, porque alguna vez también fui la chica que cruza la puerta sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros y porque, aunque es más fácil decirlo que hacerlo, es posible. Es posible incluso si no todos los días son perfectos e incluso si parece que algunos días ya no puedes más.
Eres suficiente porque eres única y porque no hay nadie más en el universo que pueda entregar lo que tú tienes para dar. Eres suficiente porque los errores que has cometido y que seguirás cometiendo te han dado la opción de convertirte en un ser humano que aprende de sus errores, en una persona única que ha crecido con el tiempo, porque eres una mujer que ha aprendido de todo lo que le ha pasado. Eres suficiente porque eres increíblemente valiente, porque aunque has tenido miedo, has mostrado tu vulnerabilidad ante otros, has hecho evidente eso que te hace tan especial y humana.
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