El impacto de tu mano en mi cara es cierto que cada día duele menos.Que cada día lo culto mejor, que ya apenas derramo lágrimas ni espero a ningún salvador. Pero sí desgasta, hasta el punto de que llevo dos días únicamente respondiendo a mensajes, pero sin iniciar conversaciones. Necesito un tiempo con el mundo y más, después de lo que he escuchado esta mañana en el curso que hemos recibido en el cole por parte de un psicólogo. Hablaba de la infancia, sí, pero la infancia es la base de lo que hoy somos, de cómo nos comportamos, de los límites que nos podemos, de las metas que cumplimos o no.
Ser la protagonista de nuestra propia historia. Sin que nadie nos marque el camino, aunque yendo marcada por la vida, no sé hasta que punto puedo serlo, pero de lo que estoy segura es de no querer más dramas. No quiero pasarlo mal, ni que los de mi alrededor lo pasen. Esta semana han pasado muchas cosas, y me he refugiado en el curro, hasta el punto de llegar tan cansada a casa, como para echarme a dormir. Eso sí, de las pesadillas no me he librado. Personas que se van, personas que no vuelven, y me ahogo, me muero en cada una de ellas... Y tú voz me susurra que es lo único que me merezco. Y empiezo a pensar que así es. Que la felicidad no me devuelve la llamada como diría Marwan, que para mi es inalcanzable por mucho que me esfuerce. Que mis deseos y mis necesidades no cuadran, no están empate.
Nadie entiende lo que llevo dentro, ni espero que lo entiendan. Esta semana llevo todos y cada uno de los días en forma de arrepentimiento, de peso en la mochila, pero ya no padezco, y lo llevo en silencio. Es la mejor forma... La de colgar una foto en Instagram y mostrar a todos lo feliz y fuerte que eres. Sin que nadie sepa qué pasa cuando llegas a casa.
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