Ya llevo quemadas las primeras, y más cortas, etapas de la vida: niñez, pubertad, adolescencia, universidad e inserción al mundo laboral.
En todas ellas, desde siempre, he deseado llegar a la actual, a ser adulto. Y ahora, cuando por fin estoy aquí y soy esa persona mayor que tanto deseaba ser, me siento como una especie de Peter Pan engañado por el paso de los años, que lo convencieron con falsas promesas para crecer y así abandonar el país de Nunca Jamás.
La clave del problema se halla en la elección incorrecta de la variable que mide la riqueza. Porque no hay mayor sinónimo de esclavitud que el dinero. Y no hay mayor sinónimo de libertad que el tiempo. Es de cobardes echarle la culpa de tus problemas a otros, pero no es mentira que es la verdad más absoluta que nos inculcan desde que nacemos.
Siendo Peter, tenía tiempo. Siendo el Sr. Pan, tengo dinero. Y creo que no hace falta que diga en el papel de quién de los dos me he sentido más rico.
Porque con la variable tiempo se cumplen sueños de verdad, mientras que con la variable del dinero sólo compramos caprichos innecesarios para que los demás pienses que nos va bien, mientras intentamos convencernos de que hemos elegido el camino correcto y que tener algo de dinero merece la pena, aunque no tengamos nada de tiempo libre para luchar por lo que realmente nos gusta.
No crezcáis. No del todo, al menos.
Ser adulto es demasiado serio, y sólo los niños intentan cosas sin tener en cuenta lo que podría salir mal. Hoy, como hombre, me lamento de no tener la capacidad que tenía cuando era niño de intentar cosas sin pensar en consecuencias.
Ahora sólo soy uno más con complejos de Peter Pan, varios sueños por cumplir y casi nada de tiempo libre al día para luchar por ellos.
Esto lo escribió mi yo de 24 años.
Al final logré volver a Nunca Jamás...
Fran López Castillo
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