Con el tiempo me he dado cuenta que debemos quedarnos con quien nos hace realmente feliz. Con esas personas que son magia y marcan la diferencia. Las que pueden tener opiniones distintas a las nuestras pero aun así se quedan. Y nos aceptan. Con esas personas que te hacen la vida mejor, que consiguen que te olvides de los problemas y que te hacen reír incluso cuando no puedes.
Ese día comprendí que debemos apartar de nuestro lado a aquellas que no aportan. A las que nos calientan la cabeza o nos meten preocupaciones o problemas en el cuerpo. A las que no valoran y tampoco agradecen. A las que no saben ser, al fin y al cabo.
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