Yo no te había visto en mi vida, pero, un día, por casualidad, coincidimos en clase. No recuerdo por qué, pero lo hicimos. Y me impresionaste tanto que no pensaba en otra cosa que no fuese en volver a coincidir contigo. Al final volvimos a hacerlo y, tampoco sé bien cómo, pero rápidamente nos hicimos grandes amigos. Inseparables para todo. Estábamos siempre de cafés, estudiando, en la facultad y saliendo de fiesta. Para todo, siempre juntos. Recuerdo que llegamos hasta un punto en el que no podíamos estar el uno sin el otro.
Yo no quería, pero enseguida noté que me estaba enamorando de ti. No quería porque sabía que mi yo enamoradizo estaba haciendo de las suyas, y era lo último que necesitaba. Pero ese otro yo no paraba de meterme en la cabeza que, si estábamos así de bien como amigos, cómo podríamos estarlo como pareja.
Yo me resistí cuanto pude, pero al final venció... y e acabé enamorando de ti.
Supongo que desde entonces he comenzado a pasarlo mal. Creo que es, sobre todo, porque me da miedo que en cualquier momento llegue alguien que te guste y que te aleje de mí. Digamos que por eso es como si me sintiese lo obligado a tener que, de algún modo, mostrarte mis sentimientos lo antes posible. Y me quiero lanzar, pero no sé cómo hacerlo. Además, me da miedo perderte en caso de que no me correspondas, pero también me da miedo no intentarlo y que alguien se me adelante. No lo sé, el caso es que estoy todo el día dándole vueltas y siempre termino cabreado.
Al final los días pasan y las palabras se me siguen atragantando. Y ahora, cada vez disfruto menos contigo al mismo tiempo que cada vez sufro más más por ti...
Cuando sólo te veía como una amiga todo era más fácil.
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