sábado, 6 de junio de 2020

¡Sorpresa!

"Baja"

Leo el mensaje en la pantalla de mi móvil, ¿de quién es? De Peter Pan. Se ha debido confundir, hasta dónde sé está pasando la cuarentena en Valencia. Y le escribo.

"Me estás escribiendo a mí. Estás escribiendo a Madrid, bobo". Y sonrío mirando su foto de perfil.

El móvil vuelve a sonar. "Ya sé que te estoy escribiendo a ti, Campanilla. ¡Baja!"

Miro la conversación entera y la leo detenidamente. ¿Qué me está contando? Y le vuelvo a responder. "¿Dónde quieres que baje? ¿A Valencia?".

"Mira por la ventana". Veo que me escribe al segundo.

¿Qué?...

Peter Pan, está... en Madrid. Me pongo la ropa que había dejado a las seis y media de la tarde encima de la cama. Me echo colonia y bajo corriendo. ¡Mierda, la mascarilla! Vuelvo a subir las escaleras, entro en casa, la cojo y vuelvo a bajar. Abro la puerta del portal, y está apoyado en un pivote de la acera.

¿Le puedo abrazar? No. ¿Le puedo besar? No. ¿Le puedo...? Seguramente no.

- ¿Dónde has encontrado un billete de Nunca Jamás - Madrid? Hasta el 1 de julio, no deberías estar aquí - le digo conteniendo mi pulso, mi respiración y mis ganas de abrazarle.

- Uno siempre ha de tener contactos - Y me sonríe de medio lado, ese gesto tan suyo - ¿No vas a saludarme? - me pregunta.

- ¿Puedo? - le miro tímidamente y asiente extendiéndome los brazos.

Yo salto y me coge al vuelo.

- Pati, te has quedado a la mitad de lo que eras, cielo. Si pesas como una pluma - me dice al oído abrazándome más y más fuerte.

- ¿Sí? ¿Cómo me ves? - me bajo y me doy una vuelta delante de él.

- Impresionante. Pero espero que no estés haciendo gilipolleces - me regaña.

- No, no. Todo en orden - afirmo. Hay cosas que no vienen a cuento contarlas en este momento.

- ¿Te puedo invitar a cenar? - me pregunta y extiende su mano hacia a mi.

Yo le ofrezco mi mano y me la besa, cual príncipe.

- ¿Así vestida? 

- Con vestido... Nunca hubieras estado mejor... No podemos ir a San Nicasio, pero, ¿te gustaría volver a tu ventana? - Y sonríe... 

- Gran Vía... - susurro. Y él asiente... Por supuesto que quiero ir a nuestro país situado en las alturas de Madrid, donde el ruido ni las personas nos alcanzan jamás.

Patri Izquierdo Díaz


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