miércoles, 24 de junio de 2020

Decepción

No voy a decir quién es la persona que he tenido en mente todo el día. No hace falta, quiero hablar de mí. Sólo de mí. 

He confiado en alguien. Me he abierto, me he ilusionado como hacía tiempo que no lo hacía. Me he dejado llevar y he sacado a pasear al unicornio. He pintado cuentos de hadas de color rosa. He soñado y me he declarado. Me lancé a una piscina que tenía algo de agua, pero no la suficiente como para amortiguar la caída. He hecho todo lo que estaba en mi mano apostando, todo lo que tengo, o lo que me quedaba. Puse las cartas sobre la mesa al poco tiempo. Sin miedos, decidida, sin pensar en el mañana, ¡qué digo! Sin pensar, sin escuchar, como siempre, a los demás.

Tenerle de amigo, significaría hacerme daño a mí. Y ya, nadie, absolutamente nadie, tiene el poder en sus manos de hacerme daño. Tenerle de amigo, es como tener un tío en Alcalá (que ni tiene tío, ni tiene na). Su visión de la amistad, es muy diferente a la mía, sin embargo, ansía lo que yo tengo, tener amigos de verdad. Pero no ha escogido el buen camino. No conmigo. O simplemente, es que ya no paso ni una.

No somos amigos, ni creo que lo vamos a ser nunca. Sinceramente. Hablo siempre, desde mi punto de vista, y ayer, tras una llamada de teléfono, lo dejé todo bastante claro. No soy el salvavidas de nadie. Y más cuando yo a esa persona no la veo como amigo. Le he dado espacio, me he ido yendo, desapareciendo... Y él me busca. Intenta llamar mi atención de muchas maneras diferentes. Pero toda su historia, su forma de ser, ha hecho quitarme la venda de los ojos muy pronto, ¡y doy gracias! Porque como dice mi amigo Dani, esta historia iba acabar mal y yo como única perjudicada, y como suma a esto Belén me dijo que él tiene el papel cómodo: tenerme ahí con cuatro detallitos bonitos. No señor, ya no soy la chica que se enamoró de un motero por un par de ojos azules. De todo se aprende. De todo sales más fuerte. Y quizás haya perdido la sensibilidad, que en el fondo, me caracterizaba. El don de ayudar a la gente. Pero en esta historia hay un factor fundamental: la decepción.

Estoy decepcionada con él, con su historia, su personalidad, su forma de hacer las cosas. Y creo que él no se ha percatado mucho, puesto que piensa que me la va a dar. He cambiado una cosa de mí, no discuto las causas perdidas, ni muevo un dedo por nadie que no sea de mi círculo de amigos (esto también lo he aprendido recientemente. Mis amigos son lo primero), tampoco me va la vida en salvarle a él cuando la que tiene que salvarse soy yo. Y desde aquí, como siempre y siempre, Belén, gracias por entenderme al dedillo, y cuidarme, porque sabiendo como soy, en esta historia, a la que quieres salvar es a mí. El "me preocupas tú" de uno de sus audios... Me ha llegado muy adentro. ¿Por qué? Porque de una decepción, de otra más, es difícil salir. Y que tu amiga, en este caso ella, siga apostando por mi, después de todo... Es que es para quererla inmensamente. 

La conversación de ayer me ha dejado tocada, pero no hundida. Tocada porque... Me ha decepcionado una persona que creía que había cambiado, y sigue siendo el mismo que yo recordaba. Y me he cansado de dar por quien no da nada, o te trata como una opción o simplemente no tiene tiempo. Esta historia me recuerda mucho a la de Belén. Y yo no quiero eso... No quiero darlo todo por alguien, cuando yo para él soy la opción Z, o ni siquiera soy la opción. ¿Sabéis una cosa? El enfado se me pasa rápido, al igual que la rabia, la ira... o la venganza, que ni siquiera he llegado a sentirla nunca. La decepción se graba a fuego muy muy lento en la piel... Y te hace una señal para toda la vida. No se borra. Es muy difícil recuperar ese estima hacia esa persona. Imposible, casi. No es un fallo, ni un error, ni un enfado, ya que eso es lo normal. ¡Somos humanos! Cometemos errores. La decepción llega cuando esperas más de alguien y él solo busca quedar medio bien, o quedarse en su zona cómoda.

Hace un año, probablemente, hubiera estado detrás dando todo por esa persona. Incluso, hoy me he levantado y he pensado en él ¿cómo habrá dormido? Ya que ayer estaba hecho una mierda. Pero no le he escrito. No me sale. Si lo hiciera sería falsa. No me sale porque no me corresponde a mi cuidarle. Ni estar ahí. No puedes ayudar a nadie que no quiere ser ayudado. 

No voy a hacer de esto un drama, y creo que es la primera vez. No me apetece tampoco, solo quería exponer mi gran decepción. No me duele. Pero cansa. ¿Cuántas van? Cansa mucho... Y me ha pillado en el momento de mi vida, en el que estoy en reformas. Estoy trabajando en mí misma, disfrutando de mis amigos como nunca lo había hecho, haciendo lo que me apetece porque solo me apetece a mí. Y quiero seguir así. Quiero seguir creciendo, como dice Belén, o madurando, o cambiando... O simplemente aprendiendo de mis errores. Desde la paz y la tranquilidad, sin dolores de cabeza porque esperas un mensaje que nunca llega. Ya no. Ya únicamente soy de los míos, y de mí misma.

Patri Izquierdo Díaz


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.