A veces no sé ni lo que quiero, ni dónde voy ni nada. Colecciono tantos y tan distintos sueños que acostumbro a pegar bandazos, cambiando una y otra vez de rumbo. A veces me caigo, me levanto y me encabezono. Otras me caigo, me harto y cambio de ruta. Digamos que soy indeciso, ¿vale?
Pero eso sí: Hay algo innegociable. Algo a lo que por nada del mundo voy a renunciar. A ser feliz.
O a intentarlo siempre, cuando no lo sea.
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