Ayer me quedé con ganas de escribir, como cada vez que quedo con mi amiga Belén.
Sería una buena psicóloga ya que te remueve hasta el último pensamiento que ya dabas por olvidado. Pero no, ella te lo saca, te lo revuelve, te lo pone de pie, al derecho, al revés... Hasta que encaja mejor. Hacía mucho que no nos sentábamos a hablar tanto y de todo. Ella siempre va más allá de lo normal, de lo sencillo, no se conforma con lo que los demás vemos a simple vista. Por cierto, hay nueva puesta en el ring.
A ver, no quiero hablar de una persona porque perdería mi apuesta pero, vamos a intentar hablar generalizando el asunto. ¿Qué opináis cuando todas tus amigas ven algo, claro y cristalino y tú eres a única que no? Yo opino que algo se me ha perdido en el camino. Hay algo que no me he enterado. Porque todas se decantan por una persona. Todas apoyan a una persona, y no soy yo. No me siento sola ni nada de eso, me gusta saber que a veces también cometo errores. A veces, digo, quien me conozca sabe que soy un desastre que va dando tumbos.
Me dejo aconsejar, mucho, pero no influenciar, las opiniones no me llegan tanto al cerebro. La última vez, hice lo que un señor subido a una parra me dijo que hiciera y salió como el culo. Porque precisamente era un señor en una parra, y desde arriba las cosas se ven de otra manera. Me siento orgullosa con el camino que he recorrido, he llorado, he dejado atrás, me ha costado, me sigue costando porque tras conocer lo que es el amor, ya nada es igual. Sigo buscando algo que me haga feliz, que me haga reír a todas horas, que no me bailen el agua como diría Belén, que sepan ponerme en mi sitio si es necesario. Necesito tanta guerra como paz. Tanto amor como sexo, tantos abrazos como besos...
P.D. Ya os enteraréis de la apuesta.
Patricia Izquierdo Díaz
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