martes, 28 de mayo de 2019

¿Una Coca Cola?

"Me quedo con quién me trae paz cuando estoy en guerra conmigo"

Me siento libre de cargas, de preocupaciones, de dolores de cabeza o de tripa, de problemas cuando quedo con él. Me reinicia la vida. Es paz, son olas del mar cantándome al oído frente a un atardecer. Sostiene mi mano desde hace quince años, y no hace fata que me diga más. Se queda, a mi lado, hoy, mañana, cuando se desespera conmigo, pasado, cuando se cabrea, cuando me mira, cuando me escucha, siempre... Siempre me agarra de la mano. Anulando mi miedo al contacto físico. Juega con mis dedos. Y me mira, mira mis manos, y vuelve a mirarme. Es un momento de los dos, que nadie entiende y por eso es tan mágico. Con él, me evado. Me río. Me desafía. Todo lo que dice tiene un sentido. Y los cazo.

¿Una Coca Cola? ¡Y dos! Responde. El tiempo vuela, y necesitamos más. Somos intensos. Muy intensos. Cuando estamos bien, estamos muy bien, demasiado bien. Tan bien, que a veces consigue nublarme como puede estar pasando ahora. Y cuando estamos mal, somos dos bombas en explosión, porque si yo no me callo, él menos, porque si yo le contesto, él más. Y si yo soy diva, aquí el amigo, no se queda atrás.

Pero con él, a pesar de que discutimos, y mucho, que hemos  pasado temporadas de estar a punto de mandarnos a la mierda, que nuestra relación se ha resentido bastante... Nos hemos hecho más fuerte, y hemos conseguido unirnos más si cabe. Sé que con él discuta, me pegue o nos retemos y alguno caiga KO en el ring, nunca le voy a perder. Eso... Para mí, es una tranquilidad absoluta. Saber que si le llamo está, que si me quedo tirada en Madrid y no sé cómo volver, está. Que si se me rompe una uña, también está. Es que es genial. Esta seguridad de que no sufriré de abandono, que ya la tengo con mis amigas, con él ya os digo que es precioso. Es una maravilla, es una relación de exclusividad total, de la que siempre hablo. De amistad sí, pero sé que lo que yo recibo, ese cuidado, ese cariño, no lo recibe nadie más. Un poco más y me mete en una burbuja para que no me pase nada.

Lo que le quiero es infinito. Inefable. Pasan los años y me asombro porque cada día le quiero más, y a este no le dejo escapar de mi vida. No, señor, aquí no hay orgullos ni divas, aquí sólo hay amor y amistad de la buena, de la que pocos conocen y entienden, de la que poco han escuchado hablar. Y ayer fue especial, porque le miré y solo podía pensar... ¡Qué suerte!

Patricia Izquierdo Díaz


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