domingo, 26 de mayo de 2019

Gran Vía

Ayer estuve por Gran Vía. No hace mucho que estuve allí, quince días. Un fin de semana que jamás olvidaré. Que estuvieron mis verdaderos amigos a mi lado aunque todo salió como una catástrofe. Los peores días de mi vida. Os lo juro, y no exagero. Belén, bollito, Cris, Alex... Ellos son los que lo saben realmente lo que pasó. 

Recorrer esa calle madrileña que tantos años tiene, que tanta historia ha presenciado, es un subidón para cualquiera que pise esas aceras. La Casa del Libro, miles de azoteas en las que podría escribir una historia de cada una de ellas. Las vistas más impresionantes de Madrid. Y andando por ella, llegas a Callao.

Me paré en la boca de la estación de metro ayer. Tengo una foto en mi Instagram. Fue un momento muy especial para mí. Iba acompañada de mi amiga Belén. Ella creo que no se dio cuenta. Bastante tenía ayer la pobre, pero me paré a mirar. A mirar esa ventana que da nombre a este blog. Ese edificio que hasta hace quince días era mi mundo. Esa ventana, ahora cerrada, era mi vía de escape. Ese salón que tras ella, eran bailes, música, eran caricias, eran besos en cada parte del cuerpo, eran susurros que erizan la piel. Eran latidos del corazón, aire en los pulmones, gemidos, ansia y mucho amor.

Recordé lo que había sido mi vida allí, hasta que escuché a Belén decir "¿quieres una foto?". Dije sí, porque es parte de mi vida, mis recuerdos, mi pasado, mi historia de amor. Creo que es mi punto débil de la capital. Donde me tiemblan las piernas, donde juré quedarme a tu lado para siempre, donde me pediste matrimonio, y hablamos de los cinco o seis hijos que íbamos a tener, la mesa de la cocina donde planeábamos nuestro futuro. Esa ventana era lo más parecido a estar en el cielo. Y ayer, estaba cerrada.

Patricia Izquierdo Díaz


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