jueves, 9 de mayo de 2019

Las conclusiones de un largo paseo

Anoche no me dio tiempo a escribir. Pero tengo una reflexión en mente, mejor dicho, una conclusión a la que llegué anoche dando mi paseo con mi amiga Cristina.

No estoy rota del todo. Puedo llegar a querer, puedo llegar a amar, y podría, quizás, llegar a enamorarme de nuevo. Mis amigas aseguran que últimamente todo hombre que pasa por mi vida, es un clavo ardiendo al que me agarro para olvidar... Olvidar al que siempre regreso. Al que nadie consigue eclipsar y por supuesto, nadie me ayuda a olvidar.

Llegamos a la conclusión, de que sólo uno, y desgraciadamente, ¡vaya uno! Fue capaz de eclipsar a Peter Pan, una copia barata, que si os habéis dado cuenta, poco he hablado de él en el blog. Tendrá un par de entradas, y poco más. No fue nada importante en mi vida, ¡un trauma ya superado! Que me ayudó a quedarme con mejor cuerpo y más mona. Pero es cierto, al César lo que es del César. Y me cuesta reconocerlo, y es más, me da vergüenza, pero ese chico, de alguna manera hizo que tomarme un café con él, me lo tomara sólo con él, sin fantasmas del pasado revoloteando. Me hizo ver catedrales, museos... Y disfruté cada segundo con él. Creo que cumplía todo aquello que yo hubiera pedido en una carta a los reyes magos. Era también lo más parecido a Peter Pan que encontré y que apareció. ¿También fue un clavo ardiendo? ¿Fue un clavo que sacó otro clavo? Está claro que no, porque una vez que se fue, mi mente sigue volando a Nunca Jamás cuando las cosas se ponen mal.

Con otros chicos, mi mente de vez en cuando sigue buscando vuelos al país de los niños perdidos. Pero es cierto, que con aquel chico, tenía todo lo que quería, prácticamente la perfección. Vi una vida hecha, ¡ya está! Ya lo había conseguido. Mi vida estaba encaminada. Pero como todo en mi vida... es un constante sí, pero no. Y luché, luché hasta el final, dejándome kilos por el camino, trabajando y conquistando, haciendo todo y más para que no se fuera. Y se fue.

Ir detrás de alguien, tampoco es la solución, querer querer tampoco. Y pedir que se quede a quien quiere irse... Hay cosas que no se deben pedir. Es algo que quería dejar escrito. Que debía reconocer de él. Y cuando pasa el tiempo, el enfado se va, el rencor y el dolor también, y yo soy de las que se quedan con lo bueno, con lo mejor. Fue un viaje increíble, quitando algunas cosas que me dejo para mí. Pero bueno, me conformo con pensar que no estoy rota del todo, y supongo que de nuevo, algún día, vendrá alguien con el que no dude, con el que sea fácil, en quien confiar y poder dormir bien por las noches. Supongo. 

Son dos años ya lo que llevo soltera. Soy difícil, y la vida siempre complica mis planes, eso hace que estalle de tal manera que arrase con lo que tengo al lado. Últimamente la he cagado bien con alguien. Pero bien. Supongo que todo pasa por alguna razón. Quizás no estemos destinados ni a ser amigos, ¿creéis en el destino? Yo no. Creo que nuestras acciones son las que escriben nuestra historia, y que las consecuencias son las que nos ayudan a crecer y a enfrentarnos a los problemas. Y en el proceso, es cuando, puedes quedarte un  poco fría, pero es una simple coraza, que en ocasiones, aparece alguien y te la rompe. 

No voy a darle más vueltas a este tema, solo era una observación. Una conclusión a la que llegamos una amiga y yo.

Patricia Izquierdo Díaz


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