Si vienes buscado una princesa, tengo que confesarte que te has equivocado de puerta.
Tengo mil defectos, soy olvidadiza y me hago el moño fatal. Cuando intento posar para una foto, termino con la sonrisa torcida un ojo mirando para Cuenca y riéndome de mí misma.
Lo juro, yo lo intento, pero los tacones a las dos de la mañana son imposibles. Pierdo la cazadora y el bolso con la misma facilidad que me enamore de tíos que no me convienen.
Te aviso duermo con una camiseta vieja y mi cara hasta antes del primer café es de pocos amigos.
Pero oye te contaré, que como te voy a querer yo... no te va a querer ninguna princesa.
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