Nos has roto. Roto por dentro, que es peor. Sabemos qué es lo que no te gustaría a ti. Siempre nos dijiste que, pasara lo que pasara, siguiéramos sonriendo.
Pero no es fácil y tú lo sabes. Dabas vida a todo lo que se te ponía por delante. A los retos, a los sueños, a hacernos cada día un poco mejores aprendiendo de ti. Diría que incluso las ciudades se ponían alegres a tu paso. Tú me dijiste aquello de que "hay que seguir, lo que diga el resto, bah. Tú sigue siempre hacia delante".
Y te juro que siempre iré en esa dirección.
No es justo, era demasiado pronto. De improviso, como suelen ser las peores cosas. Te quedaba mucho por darnos.
Toca continuar, que no seguir. Porque sin ti ya nada será igual.
Pero te lo prometí en el último abrazo, te dedicaré los próximos 27.000 sueños.
Miraré hacía arriba y no serán estrellas brillando, serán tus ojos guiñando.
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