Cuando "peor" se ponían las cosas, cuanto más necesitabas el abrazo, la compañía, las fuerzas que elevaran a las tuyas, entonces se esfumó. Justo cuando pensaste que más estaría.
Toda la madurez se escapó de un plumazo, haciendo como si nada hubiera pasado, que nada fue vivido.
Que ya las cosas se habían puesto serias para alguien tan crío.
Te tocó vivirlo sola.
Cada cita médica, cada malestar, cada día de pies hinchados.
Cada miedo, cada mal día, cada contracción.
Y con la última gota de sudor todo se volvió ilusión.
Ya estaba ahí, buscando tu piel.
Pero no tocó empezar de cero, si no de más uno.
Ya nunca más.
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