viernes, 17 de mayo de 2019

Pedro sigue jugando al balón

(Lee la historia de Pedro en Cuando abras el paracaídas).

Pedro sigue jugando al balón algunos sábados por la tarde. Durante muchos años formó parte del equipo del colegio y más tarde en el del barrio. Ahí se quedó la cosa pero jamás fue una desilusión para él.

«Disfruto», eso siempre lo decía. Y con eso era suficiente.

Disfruta, como lo hacía con papá por el campo. Le enseñó a pescar. A saber reírse de uno mismo. Papá tenía la capacidad de enseñarle cosas y entenderlas. Incluso en plena madurez.

Papá, sonrío recordando el día del balón cuando le presentó a Manuel.
«Me alegro, hijo» y le guiñó un ojo.

Pedro y Manuel se enamoraron. Jamás bajaron la cabeza al escuchar nada a su paso. Jamás dejaron de sentirse orgullosos de su amor.

Que ya lo decía papá: «Que el amor no entiende de nada, solo de dos personas que se hacen felices».

Y papá ya no está cerca de Manuel, pero le dejó la receta para que el mundo siga siendo un sitio mejor. Y allí donde esté, seguirá sonriendo.



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