Ayer fue uno de los peores días de mi vida. Mi mundo se calló y se hizo trizas. El mío, sólo el mío, debido a una situación que tengo muy complicada y de la que no voy a dar más detalles. Creí que moría en ese instante. Un shok me paralizó, pero no lo suficiente como para avisar a los de siempre, Belén, Bollito y Cris. Los de siempre, los que están, los que ya llevan toda la vida a mi lado y saben lo que hay.
Mi bollo (creo que nunca diré su nombre), al saber lo que pasaba, creo que tardó menos de cuatro minutos en venir a rescatarme, en solucionar todo, y que ahora mismo, me sigue cuidando. Me ha dejado un ordenador para que yo pueda expresar todo lo que no sale, ni siquiera he podido llorar. Ayer fue lo más parecido a un príncipe azul que viene a rescatarte del mundo. Y lo hizo. Tenía un evento por la tarde al que debía ir, pero él tiró de móvil y organizó todo sin apenas dejarme intervenir. De cuatro a siente, estaría con él. De siete a ocho a diez con Cris y mi primo Alejandro, al que también avisó por si había que tirar de familia. Belén estuvo atenta toda la tarde al móvil. Pero... faltaba la noche. Él ya lo tenía pensado, muy, muy a su pesar, el único móvil que tenía y al único al que podía avisar era a Peter Pan. Y así lo hizo. Peter Pan vino de Teruel a las diez y media, y ha estado hasta esta mañana conmigo.
Este escrito en realidad va para él. Por la noche que le he dado. Una noche que jamás hubiéramos imaginado. Volver con tu ex, a la que fue tu casa, volver a ese pasado del que siempre hablo en este blog tan bonito, al que volveríamos los dos con los ojos cerrados... Sólo fue un error. Ni tú eres el Peter Pan que yo recordaba ni yo tu Campanilla. Podéis haceros una idea de mi estado de ánimo cuando digo que fue uno de los peores días de mi vida. Pues entrar en esa casa, terminó de matarme... Mi casa, decorada de otra manera. Mis fotografías ya no estaban, estaban las de otra. Mi cepillo de dientes había sido sustituido. Gran Vía desde allí arriba ya no parecía tan impresionante. Cuando él cerró la puesta de la casa, me ahogué, deseaba salir de allí, ese ya no era mi lugar y lo único que he hecho estos dos años es idealizarlo. No quería tumbarme en esa cama, no podía decirle a él lo incómoda que estaba porque se estaba portando de diez, como siempre. Huir esta mañana, ha sido un alivio. Hoy me he despido de verdad de esa magnífica casa. Porque ya no es mía, ni la siento así. Ha sido la noche más larga que he sufrido. Llamadas a los médicos, medicamentos, de hecho aún sigo medicada y estoy como un tiesto en esta vida... Creo que es el momento de que me caiga una plaga de langostas, porque es lo único que me falta.
Mi querido Peter Pan, sí, yo ya he cerrado el círculo, he cerrado la historia, he cerrado la ventana a Gran Vía, y no quiero nada de aquella vida. No quiero jacuzzis, ni médicos pagados, ni masajes, ni cena para dos pos ciento cincuenta euros. Quiero volver a mi vida, que ya es bastante complicada y amueblarla bien, sin que nadie venga a joderme durante un tiempo. Aún así, gracias por estar conmigo aun no estando, gracias por formar parte de mi vida, por ser mi amigo ante todo, por estar ahí siempre a pesar de todo. El cariño que tengo por ti es inexplicable. Y por fin, lo tengo claro.
Patricia Izquierdo Díaz
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