Te pasas la vida viviendo momentos. Sonriendo amores y sufriendo desamores. Decepciones propias y ajenas.
Y de repente llega un mar enorme después de tantos ríos pequeños. Alguien que consigue que siempre tengas ganas de nadar en su cuerpo.
Que hace que te olvides de todo. De desayunar. De sufrir, de recordar.
Que apareció en el sitio más inesperado y de repente ahí le viste y lo supiste.
Y te das cuenta de que no hace falta mucho más. Y que el cielo está muchos metros por debajo cuando os miráis.
Y con eso es suficiente.
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