Se despertó una mañana, tras una noche más de desprecios, de no poder dormir, de ojos como platos.
Se acabaron aquellas risas que rompían el silencio. Solo quedan fotos. Y duelen.
Le arropó aunque no lo mereciera. Hizo una maleta llena de recuerdos y borrones. Una nota simple en la nevera, vacía como ella. Así se despide ella, poco equipaje.
No quedan lágrimas. Una sonrisa de libertad al salir por la puerta. El futuro de la felicidad está ahí, aunque duela. Solo le queda seguir adelante.
El alma no se alquila.
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