Y allí estaba, con su pelo recién peinado, con la sonrisa tímida y sis ojos intentado expresar todo lo que pensaba.
Él solo podía abrazarla.
Se bebieron dos cervezas con sus rodillas jugueteando. Los olores de sus perfumes casi se hacían el amor.
- Bésame - le susurró cuando se acercó a sus mofletes.
Respiró fuerte y sus labios se mezclaron. Toda la noche.
Aquella noche que les pareció toda una vida. Y allí, abrazados, entre gemidos, rodeados de ropa por el suelo, se escucharon temblar.
- Vuélveme a besar - dijo.
Y sonrió.
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